colinas azules

domingo, 23 de mayo de 2010

Un paseo por la vida





“ I

El tiempo nunca se queda a calmar nuestra nostalgia.
No vuelve nunca.
Se marcha hacia la noche, por el viento –ya es mañana—.
El tiempo
La noche
El viento
La luna
La madrugada.

Pasea por la vida.
Cambia las palabras sin sentido
por otras de consuelo.
Voces de esperanza por el corredor dormido.

Deja que te envuelva el viento.
Deja a las estrellas coser las heridas con hilos de entendimiento.
Deja vagar tu silueta por el espacio.
Baila sobre losas de hielo entre la nieve del tiempo.

Paisaje para almas gastadas,
pingüinos de blanco y negro
pisadas entre las hojas—ruido seco—.
Silencio que rompe el alma.
Una roca golpeada—un corazón padeciendo—.

Nos están robando el tiempo.
Con verdades atrasadas.
Mentiras de terciopelo.
Con palabras sin aliento.

Una araña teje y trama en una tarde,
de dudas y de lamentos.
Lluvia de gotas amargas.
Una ráfaga.
Un aliento que se esparce por el cielo.
Quiero marchar con el viento.
Quiero sentir que no vuelvo.
Quiero quedarme.
¡Quiero volver a lo incierto!
¡Que amarga duda!
No sé si voy o vengo.
Un pozo en la oscuridad—silencio—.

II

Pasea por la vida.
Una montaña a lo lejos en el albor del recuerdo.
Un pasillo de tristeza.
Alfombra que cubre el tiempo.
Luces de hielo danzando entre tulipanes negros.
Vidrio que guarda un amor—cristal roto de los sueños—.
Un rincón con los recuerdos.
Nosotros por el pasillo.
La luna
La montaña
El hielo.
El vidrio
El amor
El viento.

III

Pasea por la vida.
Clasifica el agua y las bacterias.
Sigue el rastro de la selva.
Sueña…
Yo soñaba con el mar, es decir: la inmensidad.
Con olores de esperanza, es decir: flotar.
Con inventar melodías.
Con oler la inmensidad, ver bailar los pétalos, oír cantar el mar.
¡Quería tocarlo todo!
El agua se deslizó entre los dedos.
Sentí que no se podía tocar.

IV

Pasea por la vida.
Toma el tren de las estrellas
y márchate.
Mira como serpentean las vías.
Mira el brillo del acero en los raíles de las nubes.
Mira el tren ¡Cómo se tambalea!
En la curva de la niebla.
Recodo de soledad.
Un puente con la barandilla rota.
Abismo bajo la tierra.
El tren que no pasa el puente.
La barandilla que tiembla.
La lluvia que rompe el día.
El agua que se enfurece y choca con la ribera.
Un pozo traga la espuma—ya no hay cantos de sirenas--.
El tren
El río
El agua.
El puente y la barandilla
La espuma
El pozo
La niebla.
V

Pasea por la vida.
Ya no hay islas desiertas.
¿Dónde van las lágrimas de los dioses?
¿Dónde cantan las cigüeñas?
Un turbulento arrebato rasga el cielo
y se rompen las estrellas.
La isla
Las lágrimas de los dioses
Los nidos de las cigüeñas.
Sombras
Luz de gas
Bombillas secas
Sábanas abandonadas
Locura de luna llena
Madrugadas de amargura
Tardes de sol
Hacen nidos las culebras.

VI

Pasea por la vida.
Una góndola en Venecia.
Una máscara en la noche.
Unos ojos de tristeza.
Lágrimas bajo un puente.
Una dama solitaria con un espejo en la mano.
La dama está abandonada—solloza bajo los arcos—.
Silencio
Sombra
Quebranto.

El silencio entre las sombras.
El silencio por el aire.
La silueta encadenada.
Fuego tenue de la noche.
Fuego que no crepita.
Fuego que no tiene llama.
Río de luna dormida.
Cristal de polvo de plata.

VII

Pasea por la vida.
Con lentitud.
Con sosiego.
Con templanza.
Con silencio.
Quiero sentir el silencio.
Quiero sentir la templanza.
Quiero verte por el sueño.

Quiero. Quiero. Quiero.

Quiero tocar el tiempo –es primavera—.
Quiero ver nacer la vida.
Quiero sentir algo nuevo.

Nuevo. Nuevo. Nuevo.

Hay un otoño secreto
De sombras y de silencios
De colores de nostalgia
De ocasos amarillentos
De amaneceres de gris
De días de luz incierta
De minutos de misterio.

Silencio. Silencio. Silencio.

Es verano
Es sol
Es agua
Un navegar de ilusión
Por el océano del tiempo.
Es todo color de vida.

Intenso. Intenso. Intenso.

Es un invierno rosado
De nieblas y de recuerdos
De amaneceres helados
De nieve en días de enero
De febrero destrozado
De ver llegar otro año—por marzo—.
Quiero que no pase el tiempo.

Quiero. Quiero. Quiero.

VIII

Soy invierno azul y gris
Soy ráfaga de silencio
Soy estrella semioculta
Soy luna de cielo denso
Soy aroma de violetas
Soy camino de otro tiempo.

Vengo de la primavera
Del verano
Del invierno.

Estoy sentada en el porche
del otoño de mi trecho.
Siento las tardes doradas
Siento el crujir de las hojas
Siento como pasa el viento.
Soy llama que no crepita.
Soy el eslabón doblado de la cadena del tiempo.

Siento. Siento. Siento.

Soy un fantasma en la noche.
Una nube de misterio
que se oculta entre la niebla
y vuelve en las madrugadas
con mil cadenas al cuello.
Vuelvo a cumplir mi condena:
fragancia de soledad
rosario de flores secas
ecos de vientos lejanos
vino triste de violetas
eslabones de distancia
esperanza de tristeza.
La madrugada
La niebla
El fantasma
La cadena.

IX

Pasea por la vida.
Vete a la plaza de piedra.
Un tejedor en la noche
teje melancolía en las sombras
palabras en una alfombra de seda.
Hilos blancos de alborada
Hilos dorados de ocaso
Hilos de luna para noches diáfanas
Cremalleras de tristeza para las vidas cansadas.
Palabras atormentadas.
Collares de perlas rotas
Renuncias enmarañadas
Hilos de miel sobre bandejas de plata.
Palabras con esperanza.
Sangre verde de la savia
por las venas de los hombres—leñadores de distancia—.
Palabras para el recuerdo.
Hilos de bronce
Hilos de plumas de águila
Cristales de sangre rota
La ventana con la palabra cerrada.
El tejedor,
teje en el centro una llama.
Una mirada.
Unos ojos que se encuentran.
Palabras de manos vastas
La luna viene a la plaza.
Derrocha chorros de luz.
El misterio por la alfombra.
Las lágrimas por la llama.
La mirada que se esconde.
Los suspiros por el alma.
La vida
La muerte
El tejedor.

Las manos
La luna
Las palabras por la alfombra destrozada.

X

Pasea por la vida.
Es vivir otro momento:

El fuego
La chimenea
El crepitar de los leños.
La lámpara
La butaca
Las zapatillas
El perro.

El libro abierto en la noche.
La luna entrando en silencio.
Las letras del libro suaves—palabras para el destierro—.
Los cristales que se empañan.
El río baja a lo lejos.
La madrugada que llega
envuelta en un tul espeso.
Un árbol que se despierta
con el canto de un jilguero.
Hormigas que suben
por el tronco de silencio.
Las hormigas que acarician
el tronco que tiene miedo.

XI

Ven a pasear por la vida.
Ven conmigo.
Déjame que te cubra
con el abrigo de mis brazos.
Déjame que te envuelva
con los colores de noviembre.
Déjame enredar tu sonrisa en mi cabello.
Déjame sentir la vida que me traes.
Quiero vivir con intensidad este momento.

Quiero. Quiero. Quiero.

Voy a coser tu eslabón
con hilos de néctar,
enhebrados en agujas de recuerdos,
a nuestra cadena de amor,
al ovillo de mi vida, enmarañada de tiempo.
Sacaré cabos de caricias
de risas
de luz y de sol
de besos.
Tejeré chaquetas de colores.
Vestidos de madreselvas.
Zapatillas tan ligeras como el viento.
Calcetines esponjados con la calidez del sueño.
Voy a mezclarlo todo
con la luz de tus ojos
con el calor de tu aliento.
Inventaré nanas de espuma.
Afinaré mi voz con infusiones de romero.
Cantaremos juntas.
Te contaré mis secretos.
Hablaremos por las tardes de la libertad y el viento.
Te leeré mis poemas—cuadernos de soledad--
en baúles de recuerdos.

Cuando tus palabras, sepan entender el tiempo,
te regalaré un libro mágico
que habla de la mar y el cielo,
de resplandores de sol
de rayos de luna intensos
de princesas y diamantes
de un padre
del respeto.
Te contaré quien soy
y también de donde vengo.
Para que tú sepas ir y sepas caminar lejos.

XII

Soy el nombre de una abuela
que se perdió entre la juventud y un parto.

Soy el carácter de otra
forjado entre montañas,
cerezos,
castaños.
Aguas de arroyos lentos.
Barrancos de guerra—ríos de sangre, silencio—.

Soy el árbol de mi padre.
El fruto débil y pálido
que se quebró un día de nieve y perdió la savia.

Soy mi madre:

Su palabra en mi palabra.
Cuando pongo sus collares
y me visto con sus faldas,
para sentir que la tengo
para sentir que me abraza.

Soy la piel de un hermano
con jirones de nostalgia entre el humo de los años.

Soy mi sangre
fundida con otra sangre.
Soy un cuerpo desgajado
que vuelve de otra vida,
de otro vivir cotidiano.

Vuelvo del amor.
De la ilusión.
De la escalera del mundo
por donde subimos tanto.
Por donde bajé rodando.
Creo que soy labradora
que ha cuidado la simiente
y obtuvo frutos selectos:

Sangre nueva
Huesos
Ojos--rayos de luz—
Piel
Cabellos
Libertad
Amor
Respeto.

Soy agua que cierra el surco.
Soy los años por el viento.

XIII

Pasea por la vida.
Un paraje de silencio escondido entre los pinos,
entre montañas y cielo.
Un lago con nenúfares azules.
Paz, sosiego.
Salpica el croar de las ranas
los minutos de silencio.
Voy a pasear por la orilla
donde tus pasos desiertos
se quedaron atrapados
entre las huellas y el tiempo.
Siento que me estás mirando
y casi siento tu aliento.
Te veo sobre los troncos
que franquean el sendero.
Sobre el crujir de las hojas.
Sobre tu memoria errante
por el espacio desierto.
Y vuelvo a ser caminante
con la mochila a la espalda.
Voy con el peso ligero.
Solamente letras.
Mayúsculas importantes.
Signos que ya se perdieron.
Voy a engarzarlas despacio.
Quiero construir un templo
sobre pilares de troncos
entre los pinos y el lago
las palabras como un sueño.

Quiero coser vuestros nombres
en silencio,
con colores de recuerdo,
la fragancia de las flores,
el agua del lago,
el tiempo.
Estoy sentada en el tronco,
mis manos tiemblan
cuando hilvano las palabras,
encadeno sílabas heridas,
y las sujeto con horquillas
por el cabello rizado
que serpentea mi herida.
Voy encajando nombres,
contando letras perdidas.
Quiero que vuelen.
Quiero gritar para oírlas.

Por la montaña, en la cima,
cuando el manantial se abre
no se seca nunca el aire,
que tiene manos de seda
para repartir caricias.
El agua despierta cada mañana
cuando el arroyo la agita.
Hay peces de colores.
Algún sapo.
Una anguila.
Flores flotando—son como perlas dormidas—,
en el sueño de la vida.

XIV

Ven a verme por el sueño.
Entra despacio.
Dí mi nombre—quiero oír cómo es el eco—.
Déjame que te acaricie.
Déjame llorar dormida.
Déjame sentir tu aliento.
Quiero sentirte a mi lado.

Quiero. Quiero. Quiero.

Quiero que bajen mis lágrimas
por los mimbres de mi vida—cestos tristes de recuerdos—.
Quiero que cosas mi herida.
Y…!Quédate un poco más! …
La noche es larga…Es muy larga todavía…
Podemos cruzar el puente
sobre las aguas perdidas.
Puede que el puente se rompa,
como se rompió la vida.

XV

Pasea por la vida.
No podemos volver a nuestra isla.
Ya no están los dioses escondidos.
Las hadas se perdieron por la selva.
Ya no cantan las sirenas en la orilla.
Están cerradas las cuevas
donde las olas entraban
a inundarnos de caricias.
Han arrancado los árboles—maderas finas—.
Los pájaros sin nidos—secos, las plumas partidas--.
La cabaña derribada—palacio de nuestras risas—.
Se esfumó la selva azul—humo, niebla fría--.
Casi ni el aire se arrima
a la ráfaga escondida
que venía por las tardes
a decirle al sol, cómo se cerraba el día,
entre celofanes morados,
que crujían como cortinas de lluvia,
con cremalleras doradas,
botones anaranjados,
puertas blindadas con piñas.


¡Se ha perdido nuestra isla!

Un barco a lo lejos clama
Una luz se difumina
El mástil brilla.
El agua se torna gélida
La galerna se aproxima.
Despídeme de la isla.
No quiero verla perdida.
No quiero decir su nombre.
No quiero oler las cenizas.
La isla
La ráfaga
La galerna
El mástil
El barco
Las sirenas
Las palabras por el aire
Las heridas.


Estación Bisiesta.
fotografía. Montaña Central de Asturias

2 comentarios:

Unknown dijo...

Adelante, campeona. No te rindas. Sigue que lo haces MUY BIEN. Fuerte abrazo. Pruden

dorita dijo...

Gracias Pruden. Seguiremos con la poesía, por lo menos por aquí, poniendo cositas de vez en cuando. Un abrazo