colinas azules

    Amaneció en la selva, al mismo tiempo que Amalio abría los ojos, y corría la cortina que separaba la choza del recinto empalizado. Se quedó extasiado ante la belleza de un amanecer desconocido y bellísimo. Las montañas parecían emerger entre el verde y el intenso azul del cielo, perfumadas por gotas plateadas  que la noche había llorado, los pájaros envolvían en melodías el despertar de los nativos, las flores se abrían ante el nuevo día,  como novias emocionadas en un encuentro amoroso,  los árboles plenos de hojas,  algunos, otros con los frutos más delicados bordaban  con néctar las alas de las mariposas que pululaban alrededor. Todo aquel conjunto de belleza ,  le emocionó de tal modo, que por un instante creyó revivir los tiempos de la juventud olvidada, los amaneceres junto a la esposa muerta antes de tiempo, y las noches de amor que nunca había vuelto a recordar , desde que las fatídicas fiebres se la llevaron para siempre.
La casa de Quintana(2007)
Fotografía Jesús G. Bernal   "La selva de Grañén"