Luzdel encendió lámparas secretas dentro de la cueva donde se había refugiado para no sentir los bombardeos. El río discurría por el centro de la ciudad inundando la orilla de sil y amarillo. Las oquedades que el agua había producido a su paso, fueron el refugio de aquellos seres indefensos víctimas de una guerra absurda que ni siquiera habían soñado.
Huyó de casa cuando la noche comenzó a vomitar lenguas de fuego, ácidos de colores y alimañas de sangre que inundaban el espacio.
El río cubierto por nata de metralla y dolor, transcurría bajo los puentes donde la gente se tambaleaba asaltada por el miedo.
Gamal tropezó con tres mujeres que vagaban desorientadas, las tomó apresuradamente de la mano y las condujo como pudo dentro de la cueva donde Luzdel acurrucada en una esquina rezaba cubierta de miedo. Decidieron que lo ma acertado sería pasar allí la noche para lo cual intentaron acomodarse lo mejor posible.
El único hombre en aquella cueva misteriosa donde las sombras cubrían las siluetas femeninas con velos de oscuridad y telarañas, se sintió perdido ante la presencia de las cuatro mujeres. Se acercó a Luzdel la examinó con detenimiento y mientras un escalofrío recorría su cuerpo, tenso por las horas de angustia vividas en la superficie,
le rogó que no se moviese de aquel rincón, hasta que determinara los lugares mas adecuados para cada una de las otras y él mismo.
A escasos metros de Luzdel, Gamal colocó a Estrella, no sabiendo muy bien porqué lo hacía, quizá intentaba que irradiase luz sobre ella para verla con nitidez siempre que quisiera.
Hayat vestida de resplandores que entraban por las grietas de la cueva, de cuerpo grácil y rostro cargado de savia, permaneció en el centro de la gruta sin que Gamal acertara a moverla. La llamó Vida desde el principio y dejó que permaneciese en el centro para que repartiera destellos de existencia envueltos en amaneceres.
En el último rincón, envuelta en soledades de humedad y llanto, Hayal intentaba soñar para salir de aquella situación que la tenía aterrorizada.
Gamal habló desde el razonamiento del mundo de los números y explicó a las mujeres lo que esperaba de ellas para subsistir en unas profundidades siniestras donde solo la llama de la Vida, la luz del Amor, la estrella de la amistad o Hayal envuelta en sueños, serían capaces de hacerlos sobrevivir.
Hayat respondió envolviéndose en una danza apasionada, donde los gestos de sus extremidades recordaban en cada movimiento el calor del sol, la magia de la palabra y el amanecer diario caminando hacia horizontes de esperanza cuajados de colores que desembocaban en noches de luna llena.
Estrella recogió los últimos movimientos de la danza de Hayat, los hizo suyos y comenzó a girar entorno a las luces secretas que Luzdel había encendido. Danzó a los pies de Gamal que la contemplaba con emoción, mientras los ojos de ambos cruzaban miradas de comprensión y ternura. A continuación rozó la cabeza de Luzdel con el leve movimiento de sus brazos armoniosos y, girando a su alrededor, tocó su frente queriendo incrustar dentro de la memoria del amor, el razonamiento, el afecto, la ternura, en definitiva la sangre cristalina fluyendo por los canales de la amistad.
Luzdel ovillada entre las sombras, recibió los destellos de Hayat al tiempo que Gamal lanzaba sobre ella miradas de deseo que no acertaba a comprender. Sus sentimientos se alteraron de tal modo que se sintió indefensa al tiempo que un temblor le recorría el cuerpo. Su propia insuficiencia la estaba transportando a los brazos de
Gamal sin que pudiese evitarlo. Él recibió sus señales de amor y se amaron en la estrechez de aquel antro siniestro bajo la complicidad de Hayat que sembró la vida en unas profundidades donde era imposible la existencia.
Las horas transcurrieron entre la magia de la danza sin que el río hubiese tornado a su estado y el cielo hubiese dejado de rugir con destellos de colores.
La razón perdió el control de la situación y sus cálculos se diluyeron en la realidad de la gruta.
Estrella agotada por una danza sin límites, se desmoronó a los pies de Gamal que no podía soportar la visión de Luzdel, sofocada por un sentimiento desconocido que la ataba a un ser diferente e inusitado, transportándola a un mundo de ilusión, en una noche tenebrosa.
Cubierta de Ana Fandiño |
Hayat se sintió indefensa ante la desolación que abatió la cueva, y no pudiendo trasladar la energía de la vida a sus ocupantes, huyó al rincón mas oculto, donde las lámparas secretas que Luzdel había encendido ya no ardían, las telarañas envolvían la superficie con hilos negros y el misterio tejía soledades a los pies de Hayal que comenzaba un sueño reparador donde la luz volvía de nuevo, el río fluía, la lluvia acariciaba los cuerpos dormidos y la vida recibía la fuerza de la naturaleza para seguir su curso.- (Vivir y soñar 2006)