colinas azules

viernes, 28 de mayo de 2010

ENMARAÑADOS


DE LA SOLEDAD I
El fuego está encendido
y hierve el agua en la olla del olvido
sobre
un trípode de hierro y de nostalgia.

La casa destartalada.

El hombre solitario
mastica un canto de tristeza,
tal vez una plegaria.
Un rosario de cuentas de manzanas
colgado en el cabecero de la cama.

Los sueños se suceden en la noche.
Hay niños que inventan palabras
para contar los secretos de sus días
y construir el mundo de la magia.

La magia está en la infancia.

Estrellas que penden de ojos luminosos
en noches de misterio enredadas en la almohada.

Manos
abiertas
para dar y recibir
y acariciar en la distancia.

Oídos despiertos
a músicas templadas.

Bocas rasas de asombro
ante el mundo y la mañana.

Los niños son la huella
del hombre que solloza frente al fuego de la nada.

SUEÑOS DE AMOR
III

Veintiuno de noviembre.
Llueve sobre las luces de otoño
que iluminan nuestra fiesta.

Sueño con tu tez morena,
pelo gris, figura esbelta.
Mujeres que pasaban a tu lado.
Mujeres que codiciaban tu
belleza.

Yo fui la que quiso
aquella fiesta.
Una fiesta para ti.
Pero tú sabías que era mi fiesta,
preludio de otra vida, que vivo,
sintiendo lo que fui.

Noviembre me cubre de hojas secas
que vuelan por la casa
cuando el viento las lleva; limpia mi tristeza
el mismo viento,
mientras llega
la lluvia
para acariciarme en tu ausencia

IV
Salí del sueño hasta la lluvia
para mezclar sus gotas con mis lágrimas,
sentir sus caricias en mi cara y
limpiar mi rostro agarrotado de nostalgia.

Salí del sueño a la lluvia
para sentir que me besabas;
me estrechabas en tus brazos
y oír que me susurrabas.

Salí del sueño a llorar bajo la lluvia, a sentir que estaba viva,
a deshacer la añoranza,
a beber las gotas de tristeza
para volver al sueño al rasgar la madrugada.

Volví a salir a lluvia otra tarde
porque golpeaba mi ventana

DE LA ESERANZA

Cuando perdí las palabras, me fui a una nube, a llorar con las estrellas.
La luna de entre las sombras, trajo palabras nuevas
--pero no quise entenderlas--

Entonces abrió la nube y trajo invitados para que hiciera una fiesta.

Sacó copas de colores y vino de muchas cepas.

Trajo princesas de cuento.
Hadas de miradas tiernas y elixires de nostalgia
para beberlos conmigo, y prenderme entre sus redes
de oscuridad y tristeza.

Bebí el vino de la vida en la copa de una princesa
y sentí silbar el viento y que cantaba una cigüeña.
Comí frutos secos, y le dije a luna que se fuera.
Las hadas me envolvieron en su magia
y trajeron a la princesa
entre pétalos rojos, adornada con tibieza,
cubierta de tules blancos, con la voz de las estrellas,
para contarme el milagro de la vida, y prender la esperanza en mi cabeza.

La luna volvió al día siguiente, pero le cerré la puerta.
Le dije que no volviera,
porque esperaba visita y molestaba su presencia.
Creo que se fue llorando, pero esa noche,
mientras paseaba por el cielo, yo bajé las persianas
recogí el dolor y salté de la nube hasta la tierra.
¡Estaban todas las palabras!
Las había olvidado
cuando me marché a la nube con la luna y sin maleta.

(POEMARIO ENMARAÑADOS. Cubierta ANA FANDIÑO)

No hay comentarios: