Entre montañas y bardas con las manos enlazadas,
soñamos el horizonte,
sobre la calma del agua.
Bajo el color enfoscado, siento el cielo que se rasga,
mientras tus ávidos ojos se pierden en la distancia.
La hierba crece a tus pies,
bajo los míos se apaga.
Tus labios silban canciones,
los míos una plegaria.
Yo veo grises ocasos,
tú albores en lontananza.
¡La vida siempre es así!
Unos vienen, otros marchan.
Y mientras,
soñamos el horizonte entre montañas y bardas.
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